Fundado como puerto clave del Atlántico y transformado posteriormente por la construcción del Ferrocarril y el Canal de Panamá, Colón ha sido durante mucho tiempo un centro vital de presencia afrocaribeña, trabajo y lucha política. Generaciones de comunidades afrodescendientes, en particular los emigrantes antillanos y sus descendientes, han sorteado la segregación racial, la explotación económica y la exclusión sistémica al tiempo que desarrollaban formas perdurables de expresión cultural y compromiso cívico. Desde las primeras organizaciones sindicales y los medios de comunicación de la diáspora hasta los movimientos contemporáneos de jóvenes y mujeres, las comunidades afrocolonenses han afirmado continuamente su autonomía, desafiado la desigualdad y redefinido los contornos de la identidad nacional panameña.
Colón, Panamá, ha sido un lugar crucial de resistencia, trabajo y producción cultural afrocaribeña desde la época colonial hasta la actualidad. Los africanos esclavizados llegaron por primera vez a principios del siglo XVI, y muchos resistieron mediante rebeliones a bordo de barcos, comunidades de cimarrones y la creación de palenques. En el siglo XIX y principios del XX se produjo una importante migración desde el Caribe anglófono, con decenas de miles de trabajadores afroantillanos que vinieron a construir el ferrocarril y el canal de Panamá. Estos emigrantes se enfrentaron a una discriminación racial sistémica a través del sistema estadounidense del "rollo de oro y plata" y fueron segregados en "ciudades de plata". A pesar de ello, las comunidades afrocaribeñas de Colón fomentaron poderosas redes políticas y culturales, especialmente a través de instituciones como The Panama Tribune y la UNIA (Universal Negro Improvement Association) en Liberty Hall, que se convirtieron en lugares de los primeros escritos feministas negros, organización laboral y defensa antirracista. En la actualidad, Colón sigue siendo mayoritariamente afrodescendiente y continúa desafiando la desigualdad racial a través del activismo de base, el trabajo de memoria cultural y la exigencia de responsabilidades al Estado.
La llegada de africanos esclavizados al istmo de Panamá comenzó ya en 1513. Desde el principio, los afrodescendientes resistieron las condiciones de esclavitud mediante la rebelión individual y colectiva. Las sublevaciones a bordo de los barcos, las huidas de los trabajos forzados y el establecimiento de comunidades cimarronas y palenques se convirtieron en formas vitales de resistencia negra. Estos asentamientos autónomos en los bosques y las tierras altas desafiaron el control colonial y, en ocasiones, obligaron a las autoridades españolas a entablar negociaciones con los líderes cimarrones. A lo largo de los siglos XVI al XIX, estas estrategias insurgentes forjaron espacios de relativa libertad, incluso en medio de una brutal represión y un sistema de castas racializado que pretendía marginar a las poblaciones negras, indígenas y mestizas.
La historia moderna de Colón es inseparable de las oleadas migratorias afrocaribeñas del siglo XIX y principios del XX. Con la construcción del Ferrocarril de Panamá en la década de 1850 y los intentos franceses y estadounidenses de construir el Canal de Panamá a finales del siglo XIX y principios del XX, el istmo se convirtió en un imán para los trabajadores negros de todas las Antillas británicas. Los emigrantes procedían principalmente de Jamaica, Barbados, Santa Lucía y Martinica. Cuando se inició la construcción del canal en 1904, cientos de miles de trabajadores afroantillanos habían llegado a Panamá, muchos de los cuales se asentaron en Colón. Estos emigrantes fueron esenciales para el éxito del proyecto del canal, pero fueron explotados sistemáticamente a través de un régimen laboral racialmente segregado conocido como el sistema del "rollo de oro y plata". A los ciudadanos estadounidenses blancos se les pagaba en el "rol de oro" y recibían salarios más altos, prestaciones y mejores viviendas, mientras que a los trabajadores negros y no blancos se les colocaba en el "rol de plata" con salarios significativamente más bajos y condiciones de vida inferiores. Este sistema se extendió a la segregación espacial, dividiendo Colón y la Zona del Canal en "ciudades de oro" y "ciudades de plata", reproduciendo las estructuras de la era de Jim Crow en un contexto caribeño.
El trabajo de las mujeres afrocaribeñas fue fundamental para la vida de Colón y de la Zona del Canal en general. Además del trabajo doméstico, la preparación de alimentos, el lavado de ropa y el cuidado de otras personas, las mujeres realizaban formas no reconocidas de trabajo emocional y reproductivo que sostenían a comunidades enteras. Aunque a menudo excluidas de los registros oficiales, su trabajo contribuyó al éxito de la construcción del canal y a la supervivencia de las familias afrocaribeñas en condiciones hostiles. Estas mujeres también desempeñaron un papel clave en las primeras organizaciones feministas negras, utilizando periódicos, sociedades de ayuda mutua y asociaciones cívicas para desafiar las exclusiones raciales y de género.
A pesar del racismo y la exclusión persistentes, Colón se convirtió en un importante centro de pensamiento político, producción cultural y organización laboral afrocaribeños. En 1920, los trabajadores afrocaribeños de Colón ayudaron a liderar una de las mayores huelgas laborales de la historia de Panamá, exigiendo mejores salarios y condiciones de trabajo. La huelga obtuvo el apoyo del 90% de los trabajadores y marcó un hito en la historia de la resistencia diaspórica.
A lo largo del siglo XX, organizaciones como la Universal Negro Improvement Association (UNIA) desempeñaron un papel fundamental en la organización de los panameños negros y la promoción de solidaridades panafricanas y diaspóricas. El Liberty Hall de Colón sirvió de centro comunitario, escuela y lugar de encuentro para el debate político y la estrategia. El Panama Tribune, un periódico en inglés fundado y dirigido por panameños afrocaribeños, se convirtió en una plataforma fundamental para desafiar el racismo antinegro, promover el orgullo afrocaribeño y mantener el diálogo intelectual y político en toda la diáspora.
A través de editoriales, columnas de consejos y comentarios culturales, pensadoras feministas negras como Amy Denniston, Amy Jacques Garvey, Maymie de Mena y Leonor Jump cultivaron redes de parentesco afrodiásporas, articularon críticas a la xenofobia y el sexismo y destacaron las voces de las mujeres negras en la vida política. Sus escritos destacaron la importancia de la educación, el orgullo cultural y el compromiso cívico, contribuyendo a dar forma a una praxis feminista basada en la vida cotidiana y el empoderamiento colectivo.
Figuras como George Westerman y Pedro N. Rhodes también desempeñaron papeles fundamentales. Westerman, prolífico escritor y defensor político, presidió la Liga Cívica Nacional y ayudó a revisar la Constitución panameña de 1946, utilizando plataformas internacionales para denunciar la discriminación laboral en la zona del Canal. Rhodes, abogado de formación y cargo electo, luchó contra las leyes de nacionalidad que perjudicaban a los panameños afrocaribeños y fue fundamental en las campañas por la reforma constitucional y el reconocimiento legal. Juntos, estos líderes y las comunidades a las que representaban forjaron una rica tradición de organización cultural y política afrocaribeña en Colón, sentando las bases para una resistencia y una defensa continuas hasta el presente.
A lo largo del siglo XX, Panamá cultivó una identidad nacional que minimizaba la diferencia racial, promoviendo a menudo una narrativa de armonía racial o mestizaje que ocultaba las realidades de la discriminación contra los negros. A los panameños afrocaribeños, especialmente los de Colón, se les negaba a menudo el acceso a los recursos estatales, la representación política y los servicios básicos. A pesar de constituir la mayoría de la población de Colón, los afrodescendientes eran excluidos sistemáticamente de la toma de decisiones y se enfrentaban a elevadas tasas de desempleo, pobreza y acceso limitado a la atención médica y la educación.
Los esfuerzos por afirmar la presencia y los derechos de los afrocaribeños han continuado hasta el presente. En la década de 1990, el Movimiento Negro en Panamá cobró impulso, impulsando reformas constitucionales, leyes contra la discriminación y actividades de promoción internacional. La creación de la Secretaría Nacional para el Desarrollo de los Afropanameños (SENADAP) en 2016 marcó un paso hacia el reconocimiento oficial, aunque aún quedan muchos desafíos. Organizaciones como la Coordinadora Nacional de Organizaciones Afropanameñas (CONEGPA) siguen exigiendo justicia, inversión e inclusión para los panameños negros.
● Fundación de la Etnia Negra de Panamá (FEN) - FEN es una organización de la sociedad civil dedicada a promover la cultura afrodescendiente en Panamá. Se ha asociado con organizaciones internacionales para fortalecer las organizaciones de la sociedad civil afrodescendiente en Colón.
● Fundación Ubuntu - Comunidad afrodescendiente de Colón.
● PANAMAAFRO - Un registro integral y en evolución de las organizaciones afropanameñas en todo el país, creado para hacer frente a la falta de un registro estatal oficial de los grupos afrodescendientes. El directorio incluye asociaciones legalmente reconocidas, colectivos comunitarios informales e iniciativas de base que se dedican a la defensa cultural, política y social relevante para la vida afropanameña.
● Priestley, George, y A. Barrow. "El movimiento negro en Panamá: Una interpretación histórica y política, 1994-2004". Almas 10, no. 3 (2008): 227-55.
● Lowe de Goodin, Melva. Afrodescendientes En El Istmo de Panamá 1501-2012. Panamá: Editora Sibauste, S.A., 2012.
● Doig-Acuña, Maya. "La más caribeña de las historias". Culturas del Sur 26, no. 4 (2020): 12-23.
● Corinealdi, Kaysha. Panamá en Negro: Afro-Caribbean World Making in the Twentieth Century. Durham: Duke University Press, 2022.
● Flores-Villalobos, Joan. Las mujeres de plata: Cómo el trabajo de las mujeres negras hizo el Canal de Panamá. Philadelphia: University of Pennsylvania Press, 2023.
● Wallace, Javier L. "Lost In Translation: Redes deportivas panameñas negras revertidas". Southern Cultures 29, no. 2 (2023): 24-37.
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